La Parada, un barrio de Villa del Rosario (Norte de Santander), se ha convertido en un escenario de  explotación sexual al que las autoridades le prestan poca o ninguna atención. Allí, grupos armados  como el ELN o el Tren de Aragua son la ley y se disputan el control del territorio. Cilia y María* son dos mujeres que han vivido en carne propia la orfandad por parte del Estado que se padece en este lugar.

En noviembre de 2020, en la trocha La Arrocera del barrio La Parada (Villa del Rosario), Cilia vio por última vez a su proxeneta, quien era a la vez su pareja. Él huyó para evitar ser linchado y ella, al verlo correr, dice  que se sintió de nuevo viva. 

Cilia sigue viviendo en La Parada, donde muchas mujeres son sometidas a la prostitución por grupos  armados como el ELN o el Tren de Aragua. Ella dice sentirse segura en este lugar. Volvió a recurrir a la prostitución por su cuenta, pero en 2021 la dejó por completo con ayuda de su pareja actual. 

Justo en frente del templo histórico de Villa del Rosario, donde se firmó la Constitución de 1821, a Cilia la  explotó sexualmente por primera vez su novio, quien era miliciano de la guerrilla del ELN y se quedaba con el dinero que los compradores de sexo pagaban por Cilia

En 2021, con 19 años, María dio a luz a su hija y su pareja las abandonó. Se metió en la prostitución para evitar morirse de hambre junto con su pequeña. Dice que se siente en riesgo cada vez que un hombre se le acerca para comprar sexo.

En 2020, María cruzó la frontera y llegó de Venezuela a Colombia huyendo por su vida. Días atrás la habían violado en San Cristóbal siete miembros de un grupo armado; entre los violadores estaba su propio novio.

María ha tratado de subsistir del reciclaje, pero en Villa del Rosario pagan apenas centavos por este material. Hizo un curso básico de peluquería y aspira a poder mantener a su hija con ese oficio.  



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